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Scrolleando en Facebook. Una imagen que me resulta conocida, una frase en la imagen. Es una lanchita amarilla (pero naranja), no es cualquiera. Es la lancha "que Dios se lo pague" que fuera propiedad de mi abuelo y su familia durante muchos años. Alimentó a mi papá y sus hermanos en su infancia y juventud. Leo que va a desaparecer, será desguazada y su licencia pasará a otro barco que será langostinero. Una una fiebre. Nada cambia en el mundo de la pesca. Allá por fines de los '40, la fiebre del tiburón, que tanta prosperidad y éxito trajo al puerto marplatense. Hoy las fiebres llevan esa prosperidad a otra parte, y con ellas también se va la gente. Y un poco me entristece, porque es un ciclo que se cierra. Y un objeto-recuerdo que ya solo será recuerdo. Pero por siempre vigente, hoy y siempre, "que Dios se lo pague"
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Paralizada. Así me dejaste cuando te fuiste, en realidad mucho antes. En el momento en que tu mirada se perdió, en el momento en que ya no te importó, yo empecé a sentir que algo de mi se iba, se iba con vos. Y se fue. Y no funciono bien sin eso. Más bien, no funciono, O sí. Puedo estudiar. Puedo mirar. Puedo hablar. Pero siento que no es nada. Y nada de lo que estudio, miro, digo, me trasciende. Todo queda ahí, en una superficie. En un intento por sobrevivir y priorizar, me congelé. Congelé mis emociones, y las racionalicé. Yo sabía que eso era una mentira, pero me la creí y me creyeron. Y ahora estoy ahí, descongelándome. Tengo miedo de deshacerme por completo, de deterrirme en recuerdos y esperanzas. En anhelos.

La vida en destellos.

Historias de Instagram, estados de whatsapp, días de facebook. Veo  felicidad #happiness. Recorro, miro, observo estas plataformas y encuentro eso: fotos de gente feliz haciendo cosas super cool, siempre acompañada, bien acompañada, festejando algo, celebrando algo. Todxs ahí, son felices. Todxs llevan una vida de destellos, de brillos en los dientes, como en los dibujitos. A todos les brilla la sonrisa de tanto filtro,  y les duele la mandíbula de tanta hipocresía. Fotos de lugares exóticos, que están dejando de serlo porque de repente es "barato" viajar al Sudeste Asiático, y vamos todxs, con amigox, porque es cool y top y "diferente". Miro y recorro esas historias, esos destellos de vidas que parecen no ser más que gozo y disfrute, y pienso: parece otra realidad, otro mundo. No sé si es porque yo estoy así, o qué, pero yo veo mucho dolor, mucho sufrimiento. Pero claro, los que más duelen y sufren en este mundo, en este país, en esta ciudad, no son cool. No ti

Prioridades

No me quiero olvidar quien soy. No me quiero olvidar de lo importante. La vorágine de la vida cotidiana y de la vida profesional amenazan con consumirme, pasarme por su molde y convertirme en algo que no sé si quiero ser. No me quiero olvidar nunca del amor, de lo que sufrí y de lo que disfruto. No quiero que peligren los mates o las cenas con amigos por parciales ni por trabajos prácticos, ellos siempre siempre tienen que ser lo primero. No quiero faltar a reuniones familiares por reuniones de cátedra. No quiero dejar de pasear a Roma o de jugar con Cosmos por tener que leer. No quiero suspender viajes por concursos  o compromisos varios. No quiero dejar de ser quien siempre quise ser. No quiero que nadie ni nada me suprima lo que más amo en el mundo: familia y amigos. Ellos me definen, el amor que les tengo y el amor que me dan son todo lo que tengo. No quiero vivir de recuerdos, quiero vivir de momentos. No quiero dejar de amar ni de sentirme amada, no quiero decirle a mi novio que
Qué es? Me quedo pensando en  qué es lo que siento. Me cuesta darle un nombre o un sentido a las sensaciones que se me entrecruzan. Por un lado siento mi insatisfacción constante conmigo misma y con los demás. Nunca nada me alcanza ni nunca nada me es suficiente. Juzgo, una y otra vez cada palabra y cada acción. También me enoja y me angustia la distancia, distancias que siento que no puedo saltar. Intento acercarme pero ya no soy una prioridad. Y así me encierro, y me alejo sin quererlo. No entiendo bien que es lo que pasa. Están ahí, todos están ahí. Pero yo no puedo, simplemente no puedo relajarme y saber que están ahí y siguen ahí. Necesito el contacto más cotidiano para tener la certeza. Es mi inseguridad? Creer en lo que no veo, o no puedo asir, eso nunca me salió. Siempre necesité acciones concretas, palpables. Y más todo, la inacción. Mi propia inacción cotidiana. Siempre pensando y pensando, discutiendo, debatiendo, proponiendo. Pero cuando haciendo? Siento que hace años

Una mujer

Esta mujer es como todas, aunque ella no lo quiera asumir. Bueno en realidad, qué es ser como todas es medio difícil de explicar. Da igual, mujer, hombre, no sé si hay una cosa que atañe a cada género. Algunos dicen que sí, es más se han escrito libros sobre eso. No es eso lo que interesa. La cuestión es que esta mujer, de la que voy a hablar ahora, cree ser distinta, o eso intenta demostrar. Ella, con todo su intelectualismo, su moralidad, intenta sobreponerse a la mediocridad del mundo, superarla, dejarla atrás. Pero, ¿puede? No. Porque es tan tan tan ilusa que nunca deja de confiar. Siempre cree y tiene esperanzas en que hay personas capaces de salir de esa promiscuidad universal y adaptarse a sus propuestas para un nuevo y mejor mundo. Ella, tan optimista a veces se entusiasma y se maquina a partir de lo más mínimo las posibilidades más grandes de mejoras. Pero no, nunca sucede, y sufre, se lastima, se arrepiente. Y cae, y vuelve a caer una y otra vez. La ves cómo le brillan los o

Estado de caminar.

Asumo que lo intentó. Doy por hecho que no fue una decisión consciente y que por sobretodo luchó contra esa nueva sensación que terminó creando un precipicio imposible de eludir entre él y yo. Nunca más nosotros. Tal vez necesito asumir que intentó sortear todos los obstáculos que él mismo interpuso. No lo sé, por lo pronto, seguir dándole vueltas al asunto no ha resuelto nada. Yo sigo acá, en el mismo lugar, con las mismas cosas, con las mismas esperanzas. La sobrecomprensión (lo inventé yo, obvio) es un problema. Entender absolutamente todo, o pretender racionalizarlo todo y en la gran mayoría de los casos lograrlo, hace que no pueda superar determinadas cuestiones que deberían ser un tanto más, irracionales y/o mecánicas. Esto funciona así porque va por acá y listo. Tal vez por esto nunca fui buena para matemática, no tiene una explicación, es así y punto. No me cierra. Nunca nada va a ser así y punto en la vida real. O por lo menos no quiero permitir que así sea. El "porque s